25 Mar
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Cuando observamos a gente destacada en algún ámbito, es común percibir esa sensación de que estén “como pez en el agua”, ejecutando cada movimiento y acción con una sencillez y facilidad que parecieran estar dotadas de alguna gracia divina y que fueron colocados en el lugar y en el momento correcto, como pieza de rompecabezas que encaja a la perfección en su lugar.

Me viene a la mente la historia de una pequeña de 6 años que cierto día se escapó con una amiga para ir a montar a caballo a escondidas de sus padres durante la hora del almuerzo. Nervioso el caballo al no conocerla y con la poca instrucción o supervisión de alguien experimentado, le propinó un golpe que la dejaría inconsciente por varios minutos y con secuelas que pondrían en riesgo su desarrollo mental y físico. Los doctores pronosticaban un proceso complejo de recuperación y daños permanentes que le impedirían actividades básicas normales, incluso la perdida de la vista o poder caminar.

Rodeada de un ambiente de arte creado por sus padres y en específico por su mamá, quien siendo maestra de música ideó un método específico para motivar su recuperación a través de la música, la pequeña encontró los estímulos propicios para enfocarse y desarrollar su talento y pasión que a la postre la llevaría a ser una de las exponentes musicales más exitosas en México y en varias partes del mundo.

Quien me conoce sabrá de mi profunda admiración por esa entonces pequeña llamada Natalia Lafourcade y sé que aunque sus creaciones no serán del gusto de todos, nadie puede negar su singular talento. Quizá si ese día hubiera ido a almorzar con sus papás en lugar de escaparse a montar a caballo, la historia hubiera sido diferente, sin embargo, podemos ver cómo una persona en particular en combinación con varios factores logra resultados que sobresalen del resto y logra que los diferentes engranes se articulen y se muevan en un equilibrio casi mágico.

Eso es el talento. Esa capacidad innata de una persona para sacar el máximo provecho de los recursos a su alrededor y de los propios para crear y trabajar con un propósito. Factores genéticos, influencias externas, desarrollo de inteligencias, experiencias durante el desarrollo o muchos otros factores pueden ser responsables de ello. Hay varias teorías e innumerables referencias sobre el tema. Es indudable que cada uno llegamos con un set de herramientas o un programa pre-instalado que nos dota de preferencias y habilidades que nos diferencian y nos vuelven únicos.

Cuando logramos reconocer ese potencial interno y enfocar nuestro esfuerzo en desarrollarlo y usarlo a favor nuestro y de los demás, es cuando cosas extraordinarias suceden. Y entonces surgen los Michael Phleps, Roger Federer, Michael Jordan, Lionel Messi, Paola Longoria , Isaac Hernandez, Natalia Lafourcade, Freddie Mercury y muchos, muchísimos mas ejemplos fuera de mis admiraciones personales. Y más allá del deporte y el arte, donde podemos encontrar muchos casos por la gran exposición en estas áreas, lo mismo podemos ver en los negocios, en las ciencias, en la política y en cada ámbito de la actividad humana.

Desarrollar el talento propio y de los demás, para quienes tenemos la gran fortuna de tener alguien bajo nuestra mentoría (donde incluyo la hermosa tarea de ser padre) requiere un enfoque adecuado. Si bien éste viene determinado en gran medida por factores internos, por si solo el talento no es suficiente. Su desarrollo involucra tres factores importantes: Capacidad, Compromiso y Acción (Pilar Jericó, 2001).

Las capacidades son el conjunto de conocimientos, las habilidades, actitudes y competencias desarrolladas en la empresa o en cualquier entorno, incluyendo aquellas que tienen que ver con la destreza física o mental para la resolución de problemas. Identificar las capacidades requiere de un nivel profundo de autoconocimiento o bien de orientación adecuada para que la persona logre identificarlas. Es importante proveer el ambiente adecuado para permitir este trabajo de exploración así como la libertad para tener las conversaciones constructivas que requieran tanto la persona como el grupo u organización para poder alinear expectativas y requerimientos. En el caso de nuevos miembros de un equipo, es importante entender no solo las necesidades propias sino de la persona a integrar, para asegurar que se podrán establecer las condiciones adecuadas para ambas partes.

El compromiso está relacionado directamente al esfuerzo que debe realizar tanto la organización o grupo como la persona para alcanzar resultados. En este punto la disciplina juega un papel clave y esto no es sino el trabajo constante enfocado al logro. Alva Edison lo explicaba a la perfección cuando decía que el genio es uno por ciento de inspiración y noventa y nueve por ciento de transpiración. Habrá momentos y tareas donde no todo será pasión y gozo, sin embargo se debe continuar el trabajo disciplinado enfocado en el beneficio futuro.

Y este compromiso finalmente debe llevar a la acción.Ejecutar los planes y no solo dejarlos en buenas ideas es lo que materializa los resultados. Mantener el espíritu de dedicación y desarrollar la resiliencia para aprender de los fracasos y capitalizarlos como aprendizaje.

El desarrollo del talento debe entenderse como un proceso con frutos a largo plazo donde la persistencia y el trabajo continúo es clave. En la actualidad la rapidez es un factor altamente valorado. Queremos resultados inmediatos y éxitos asegurados. No está mal, aunque este ambiente de alta competencia no debe distraernos de lo importante que es trabajar desde el ser como base, para a partir de ahí hacer y como resultado tener. Nuestros talentos son intrínsecos a nuestro ser. Lograr alinearlos a nuestros planes y acciones personales y de las organizaciones en que participamos, son fórmula segura para alcanzar el éxito.

 

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