30 May
30May

Muchas veces pensamos que las personas exitosas rompen con los estándares y tienen cualidades extraordinarias fuera del común de la gente. Esto es cierto en varios casos, sin embargo, ese diferenciador que los hace sobresalir de los demás no necesariamente es la razón de sus logros. Es su persistencia, trabajo y enfoque lo que hace que esa pequeña chispa de genialidad se multiplique, se contagie y se materialice en resultados. La buena noticia es que todos tenemos acceso a estos tres elementos ya que no requieren de dones especiales, sin embargo, si mucha disciplina, dedicación y autoconocimiento.

Stephen Covey publicó su bestseller “Los siete hábitos de la gente efectiva” en 1989 y treinta años después, los principios que encontramos en su libro siguen siendo vigentes y la base de muchas de las teorías de liderazgo y coaching de tiempos recientes. Algunos de los grandes aciertos fue primeramente fundamentar que la acción de cualquier persona en busca de logros ya sea personales o en equipo, está basada en principios y valores. Dependiendo de la forma en que ves el mundo, establecerás juicios, razonamientos y cursos de acción. Por tal motivo es importante entender y trabajar con los paradigmas propios y del equipo para identificar ideas limitantes que impiden hacer progresos y hacer los ajustes necesarios de adentro hacia afuera.

El segundo acierto es establecer una sencilla serie de pasos agrupados en cada uno de los siete hábitos, que como tales, deben desarrollarse a través de la práctica diaria, en todos los ámbitos de acción. A mí parecer éste es una de las principales contribuciones de Covey en términos de liderazgo. El líder se forma en la vida personal, antes que en el actuar al frente de los equipos de trabajo. Lograr el autoconocimiento, el dominio personal, establecimiento de valores personales y la definición de una intención, entre varios más son parte de la victoria privada como él la llama, que son base sólida para que desde ahí podamos transmitir e influenciar positivamente a los demás.

Por último, el tema de la renovación con el séptimo hábito de “afilar la sierra” nos recuerda que no hay superhéroes todopoderosos al frente de grandes retos, sino personas que requieren un balance en diferentes aspectos personales y un proceso de reactivación. Como el carbón que aparentemente se apaga y requiere un poco de aire para avivar las brasas y generar nuevamente llamas, así la gente efectiva requiere rencontrar su centro y recargar energía para continuar generando resultados y contagiando a los demás. Buscar un balance en nuestra salud, vida personal, espiritual, emocional y otros aspectos de nuestra vida mantiene vivo el significado de lo que hacemos, por supuesto, siempre teniendo en claro qué es lo importante para nosotros. Preocuparnos por que nuestros equipos de trabajo de igual manera busquen ese equilibrio nos ayudará a tener personas altamente motivadas, comprometidas y enfocadas en los objetivos.

Pequeños esfuerzos día con día, al final sumarán resultados. Una persona altamente efectiva se formará a través de hábitos y naturalmente se convertirá en líder. Las decisiones que tomemos sobre nosotros y cómo lograr lo que queremos ser, dará forma a nuestro liderazgo. Como Stephen Covey lo dijo: “Los líderes no nacen ni se hacen, sino que se hacen a sí mismos: el liderazgo es la consecuencia de las elecciones.”

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